La Ampliación del Canal de Panamá: ¿Otro Plan Detrás del Plan?
Por: Bert G. Shelton L.– Investigador Científico e Ingeniero 24 APRIL 2009
El Canal de Panamá fue la mayor obra hídrica del mundo en su momento. Esa obra principalmente involucró la cuenca del Río Chagres, la cual está ubicada en donde la distancia entre los mares y la altura de la cordillera es la menor. La furia del Río Chagres fue dominada cerca de su desembocadura al mar Caribe con la construcción de la represa de Gatún.
Un sistema de esclusas de dos carriles fue construido para el Canal incluyendo a la unidad de tres escalones de Gatún – próxima a la represa de Gatún – y las unidades de esclusas de Miraflores y Pedro-Miguel, de dos escalones y de un escalón respectivamente, al extremo Pacífico del Canal.
Para optimizar el uso del canal de acuerdo con la demanda prevista en su día, la represa de Madden fue añadida al sistema unos 20 años después de su inauguración. Esta represa se encuentra sobre el Río Chagres a unos pocos kilómetros arriba del pueblo de Gamboa, donde ese río hoy desemboca al Lago Gatún.
En adición al Río Chagres, dos ríos con cuencas relativamente pequeñas en comparación al Chagres agregan sus aguas al Lago Miraflores, la cual está ubicada entre las unidades de esclusas de Miraflores y Pedro-Miguel. El agua de los ríos Pedro-Miguel y Cocolí se agregan al proceso de esclusajes por medio de operaciones ahorrativas de aguas, que se efectúan en las esclusas de Pedro-Miguel de vez en cuando. Las esclusas de Pedro-Miguel – las de un escalón – alzan o bajan naves entre los Lagos Miraflores y Gatún.
Aunque al construirse este sistema inicial la ecología del área canalera fue severamente afectada, sea por suerte o por diseños bien escogidos, los ecosistemas del entorno parecen haberse re-establecido de una forma que hoy se considera excepcional.
Ciertamente, hoy no se sabe qué flora y fauna se perdieron por culpa de la obra original, porque no se documentaban en ese entonces los datos con el detalle al que nos hemos acostumbrado. Pero, desde entonces, se han hecho muchas investigaciones de lo que ha florecido en el área del canal, y de cómo nuestra presencia afecta a la vida silvestre. Con esos datos y los datos disponibles referentes a muchas de las obras hechas mundialmente – obras que han causado impactos buenos y malos – ahora sí se pueden hacer proyecciones de los tipos de problemas que surgirán por culpa de una obra. Esto permite que se tomen medidas preventivas durante la fase de creación del diseño.
La sobreabundancia de información disponible hoy de los posibles impactos ambientales que ocasionará la obra actual de ampliación del Canal de Panamá ayuda a los ingenieros y a otros responsables que tienen el deber de identificar los retos y encontrar soluciones reales usando técnicas para minimizar los daños necesarios y eliminar los innecesarios. La importancia no sólo nacional, pero internacional del Canal de Panamá y de su entorno patrimonial crea una obligación no sólo científica, pero moral, de garantizar su protección.
Una situación altamente preocupante con el plan actual de ampliación del Canal de Panamá es que las esclusas planificadas permitirán la entrada de cantidades excesivas de sal, las cuales volverán salobre al Lago Gatún. Eso no solo acabaría con la mayor reserva Panameña de agua dulce junto con muchas de las especies de flora y fauna que dependen de esa agua, pero también demasiada sal en el Lago Gatún abriría el paso de un mar al otro permitiendo el cruce de creaturas marinas que antes no podían cruzar. Eso podría causar la extinción de muchas especies marinas de las cuales hoy disfrutamos. Sería prudente evitarlo.
Más importantemente, no es aceptable que se arriesgue la fuente de agua potable de cientos de miles de panameños particularmente sabiendo que ese riesgo se puede evitar por completo – sin reducción en el rendimiento de tránsitos – usando mejores esclusas más eficientes.
Otra situación preocupante, que se identificó y se solucionó hace ya un siglo, es la de la fallas tectónicas que cruzan el Canal en el área del Lago Miraflores. El plan de construir encima de esas fallas – que se basa en la fé y la esperanza de que las estructuras construidas por el hombre logren superar las fuerzas del deslizamiento de una falla – no es razonable cuando ese riesgo también puede evitarse en su totalidad. Hay que ejecutar un diseño que no introduzca la posibilidad de que esa situación futura se desarrolle.
No tiene lógica la selección del arreglo de esclusas de un carril que pretenden agregarle al Canal de Panamá. Hay distintos arreglos de componentes de esclusas, junto con secuencias de transitarlos y métodos de operarlos, que permitirían ahorrar más agua por tránsito con menos componentes, y con cuales podría pararse o reducirse drásticamente la intrusión de agua del mar al Lago Gatún. El diseño original del Canal existente incluye más métodos de ahorrar agua comparado al plan de hoy.
Hay arreglos – que con menos componentes pueden proveer un rendimiento relativamente mayor a lo que ofrece el arreglo de las esclusas planificadas – que no sólo costarían menos construir relativo al número de tránsitos que ofrecen, pero que también reducirían los gastos de operación y mantenimiento a largo plazo. No tiene sentido persistir con un diseño que cuesta más, rinde menos, no ofrece beneficios a largo plazo, recorta su propio crecimiento futuro y trae consigo riesgos de alto impacto ambiental.
La única razón para persistir con lo planificado es que haya otro plan detrás del plan declarado.
En estos momentos se están privatizando todos los ríos de Panamá. Si el agua del Lago Gatún – el cual se usa para abastecer a varias potabilizadoras sirviendo numerosas comunidades en los alrededores de ese lago – fuese a volverse salobre, habría que abastecer a esas comunides con aguas de otras fuentes. Como las otras fuentes las están privatizando, el pueblo acabará comprando a precios elevados el agua que fue concesionado a las multinacionales. Es posible imaginar que ese sea parte de los arreglos hechos con las multinacionales a quienes se les vendieron los derechos al agua de Panamá.
Otra posibilidad tiene que ver con los deseos de crear un área industrial a lo largo del Canal, o sea, dentro del lago. Cabe dentro de la imaginación que sería ventajoso si las esclusas planificadas contaminasen el agua primero. Así, esa contaminación se podría declarar una desgracia “inesperada” y “desafortunada” y “económicamente irreversible” y el paso quedaría libre para instalar las industrias.
Como el potencial de lucro de ambos negocios es enorme, es muy factible que planes alternos estén en juego.
Otro indicador de que el control de las aguas de Panamá esté detrás del plan de ampliación del Canal de Panamá, fue la “necesidad” de aumentar el tamaño de la cuenca del Canal hacia Cocle del Norte.
El canal de hoy utiliza unos 7.5millones de metros cúbicos de agua al día para transitar naves. Adicionalmente, hay otra cantidad similar que se vierte al mar regularmente por falta de capacidad de almacenamiento. La cuenca del canal siempre ha tenido el agua que se necesita para su ampliación; lo que le ha hecho falta es en dónde contenerla.
Pareciera que la jugada que siguió el anuncio del plan de ampliación fue la de convencer al pueblo que era una necesidad agregar los derechos de agua de Cocle del Norte a los de la cuenca del canal. Con esa adición, ya aprobada por la razón de que era “necesaria”, es dificil ahora decirle al pueblo que hay – y que siempre han habido – diseños de esclusas y métodos de operarlas que reducen aún más el uso de agua, y que jamás fue necesario salir de la cuenca original del Canal para conseguir el agua para esta ampliación.
Como no hay un proceso de contabilidad con respecto a esta ampliación, no hay razón alguna que obligue el debate de este tema.
La realidad es que con su voto – y sin información adecuada para realmente considerar lo que estaba regalando – el panameño entregó su derecho a incidir en el manejo de los bienes del canal a terceros. El panameño lo pagará caro, cada vez que necesite el agua que regaló, y los que utilizan el canal tendrán que satisfacerse con la calidad de servicio resultante sin quejarse.
Es más, al panameño se le sigue pidiendo el apoyo con los planes de privatizar todo el agua del país. Se le asegura que es para el “bien de todos” desplazar grupos de habitantes para “el pueblo” poderle sacar “mayor provecho” a los recursos de los lugares en donde ellos habitan. Desplazan este grupo primero, entonces al siguiente, y al fin y al cabo, acaban desplazando a todos los habitantes de los lugares en donde hay recursos para explotar. Si son afortunados, los desplazados recibirán una miseria por lo que sufrieron, pero quedarán sin forma de sustentar sus vidas. “El pueblo” no disfrutará lo confiscado del pueblo.
Como esto se está haciendo en cada rincón del país a la vez, todos los habitantes de Panamá pronto sufrirán las consecuencias de ser desplazados, juntos con sus hermanos. Sin agua y sin tierras fértiles, cada quién no podrá producir lo que antes compartíamos.
Los terceros no sufrirán porque ellos gozarán de las ganancias y tendrán los fondos para importar lo que necesiten.
Los daños al entorno no se repondrán de la misma manera que se repuso el Canal de Panamá después de su construcción, porque hoy están devastando simultáneamente a los ecosistemas de todas las cuencas que sostienen la vida del país. El envenenamiento causado por las minas seguirá, lo cual acabará la devastación empezada por la instalación de las hidroeléctricas. Habrá poca ecología restante para participar en el recobro, y lo poco que sobrevive la primera vuelta no sobrevivirá la segunda.
El manejo y el estado de la ecología y del ambiente durante y después de la construcción del Canal de Panamá no era parecida en forma alguna a lo que se está haciendo hoy. Se puede ver que ese proyecto era sostenible. Y aún es posible cambiar el proyecto de ampliación del Canal de Panamá para que también sea realmente sostenible.
Hoy se usa la palabra “sostenible” para conseguir el aval del pueblo, pero no hay intención alguna de hacer lo que se dice.
Todo panameño debe insistir en que se cumpla la voluntad del pueblo. Para dejar constancia que las privatizaciones del agua se están haciendo sin derecho, todo panameño tiene que declarar su desacuerdo con esas privatizaciónes y también exigir que se modifique la ampliación del canal mientras que todavía sea posible mejorar el uso de sus recursos de agua y proteger el patrimonio hídrico del Lago Gatún. Solo así se puede obtener el apoyo del resto del mundo en la lucha para liberar el país de las garras del juega-vivo, fortalecer a la comunidad panameña y retomar el control del destino de Panamá.