Lo ocurrido en el Golfo de México nos muestra lo peligroso que es hacerle caso omiso a los procesos y a las técnicas de ingeniería desarrolladas para mejorar y proteger una obra. Una de las creencias erróneas de nuestros tiempos es que el generar dinero rápidamente justifica el no buscar cómo disminuir costosos daños o riesgos creados por la actividad y otra es asumir que el actuar responsablemente significaría una inevitable disminución de las ganacias.
El documento a continuación detalla cómo mejorar la ampliación del Canal de Panamá --que también se desarrolló con un apuro injustificable-- y cómo se puede lograr un rendimiento muy mayor, sin malgastar ni arriesgar nuestra agua dulce, fuente de vida del país.
El Ing. Bert G. Shelton, investigador científico panameño, especialista en el diseño y la construcción de estructuras masivas, experto en las técnicas para alzar y bajar buques y en el manejo eficiente de recursos, y el Ing. Bert J. Shelton Vásquez (QEPD) -fundador del Instituto de GeoCiencias de Panamá y profesor titular de la Universidad de Panamá –establecieron un equipo independiente de investigación desde que se anunció este importante proyecto y cuya labor ha continuado a pesar del triste fallecimiento del Prof.Shelton. Los resultados de estos estudios han despertado el interés de expertos en varios paises en donde han sido presentados y de quienes he personalmente, como economista e investigadora, recibido asesoramientos que me convencen de la urgencia del tema.
En Panamá estamos sufriendo terribles consecuencias causadas por desenfrenadas “inversiones”, la falta de infraestructura, trastornos de salud debido a la severa contaminación ambiental y el descontrol en actividades como la minería y las hidroeléctricas irresponsables. Usando los conocimientos que tenemos hoy y actuando con inteligencia, no hay que continuar por este camino equivocado. Dado lo que vemos hoy en el golfo y por todo lo antedicho, una ampliación visionaria y verdaderamente rentable con muchos menos riesgos es lo que el Canal de Panamá merece y nosotros también. Urge hacer una revisión independiente e imparcial de este proyecto de infraestructura mundial que no sólo afectará a Panamá, pero a nuestros paises hermanos y al resto del mundo de forma irreversible.
Magister Leila R. Shelton-Louhi
Comité ProDefensa del Lago Gatún
www.crucestrail.com
Denunciando la Ampliación del Canal de Panamá
Ing. Bert G. Shelton, 15 de mayo de 2010
El Canal de Panamá ciertamente es un buen negocio. Esto ha quedado muy claro al ver cuánto dinero se ha hecho desde que fue transferido a las manos de La Autoridad del Canal de Panamá (ACP).
La ACP fue formada para manejar el negocio del canal para Panamá y para velar por los intereses de este país. Es su responsabilidad mantenerlo, mejorarlo y hacerlo crecer, en adición a proveerle el paso —de un océano al otro— a los buques de sus clientes.
Bajo el manejo de la ACP el canal ha sido razonablemente mantenido, se le han hecho varias mejoras necesarias. Ahora lo están ampliando; o sea, están haciéndolo crecer.
Eso dicho, pareciera que todo va muy bien, pero no es así.
Al investigar los detalles técnicos del sistema de esclusas y su operación, pareciera que el plan de ampliación no vela por los intereses del país, ni de la mayoría del mundo de transporte marítimo.
Este proyecto —el cual sufre del mal uso del poder y cuyo manejo nunca se ha visto como transparente— producirá una mal llamada “mejora” que seriamente malgastará el recurso hídrico más valioso del país en perpetuidad. Impedirá —para siempre— que el canal alcance su máximo potencial en términos de su prestación de servicios y de la generación de ingresos.
Ese malgasto y esas pérdidas tienen todo que ver con el sistema de esclusas escogido, el cual se anunció casado al plan de ampliación sin haberse cumplido el debido proceso de selección.
En cualquiera obra de ingeniería —y en especial una obra pública de esta magnitud— cuando hay múltiples opciones, la selección del sistema clave del proyecto (o los sistemas claves, si es que hay varios) conlleva un proceso en donde se identifican y se comparan los méritos y las desventajas de las opciones.
Al país se le declaró que el sistema de esclusas con tinas era la única posible opción —y por ende, la mejor— para el proyecto, lo cual es rotundamente falso.
Hay múltiples opciones. Hasta hay un ejemplar en el mismo Canal de Panamá que sería mejor. Es más, la opción más práctica tendría capacidad para 60% a 70% más tránsitos diarios con el mismo desgaste total de agua, y no costaría más.
Como el Canal de Panamá es propiedad del pueblo panameño, invoco el derecho del público a conocer los detalles de los estudios y de las evaluaciones que culminaron con la selección del sistema de esclusas con tinas para el proyecto de ampliación del Canal de Panamá que tendrá tan amplias repercusiones y afectará no sólo el futuro económico del país, pero al del comercio mundial.
Esta denuncia se fundamenta en los siguientes puntos:
* Representación engañosa de los méritos del proyecto en su forma actual
* Selección de un sistema de esclusas sin haberse cumplido el debido proceso técnico
* Despilfarro severo de valiosos recursos hídricos nacionales
* Creación de riesgos innecesarios amenazando a la población y la futura operación de la vía
Considerando que hay cuatro técnicas con las cuales se puede reducir la cantidad de agua que se desgasta al alzar o bajar buques que transitan sistemas de esclusas, y dado a que el sistema de esclusas seleccionado sólo utiliza dos de estas técnicas, denuncio como injustificable el representarle al pueblo panameño que el sistema de esclusas seleccionado es el único factible para este proyecto.
Cabe anotar que el sistema de esclusas del canal de hoy contiene tres de las técnicas para ahorrar agua. En su totalidad el sistema actual puede ahorrar el 50% del agua, y parte puede ahorrar el 75%.
Evaluando el consumo real del sistema propuesto, su ahorro es inferior al 60% que se publica (más cerca al 55%), pero —antes de poder escoger el sistema más apropiado— hay otros factores que se deben evaluar y comparar en adición a cuánta agua usa.
Algo muy importante que se establece en base a la disponibilidad del agua es el tamaño de las cámaras. Con el sistema escogido, cámaras más grandes no se pudieron contemplar porque no habría suficiente agua para aprovecharlas bien y justificar la inversión.
Esta selección ha limitado considerablemente el potencial del canal en términos del tamaño máximo de los buques que lo podrán transitar. También limita el tamaño de los buques en tránsitos donde agrupan más de un buque en la cámara. Mucho negocio futuro se perderá.
Denuncio —por ser totalmente inaceptable e irresponsable— la falta de comparaciones entre el sistema escogido y sistemas basados en las esclusas del propio Canal de Panamá que al mínimo debieron haber sido evaluados. Previo a la selección, existían mejores combinaciones de técnicas de ahorro las cuales pareciera que no fueron consideradas.
Exijo que se le muestre al pueblo las comparaciones.
Estudios independientes confirman que hay arreglos de esclusas con aún otras combinaciones de las técnicas para reducir la cantidad de agua desgastada por tránsito —el más práctico de los cuales permitiendo por lo menos dos tercios más tránsitos diarios como se anotó previamente. (Hay que destacar que ninguno usa componentes desconocidos o inusuales.)
Pregunto, ¿cuál es el beneficio al negocio del transporte naviero y al negocio canalero que se gaste tanto dinero en esclusas que sólo rendirán alrededor de la mitad del servicio que rendiría una ampliación que utiliza el mejor de los sistemas de esclusas disponibles hoy?
Es más, ¿cuál es el beneficio de tener un sistema que —por su exceso de tinas— promete requerir más mantenimiento en relación al número de buques que servirá comparado al menor mantenimiento requerido por sistemas más prácticos y más confiables?
Con mejores esclusas nuevas —y con ajustes prudentes al manejo de las de hoy— no existe la necesidad de ampliar la cuenca actual, ni de forzar el desalojo innecesario de cientos de familias panameñas. Ya se escucha que a los moradores de la zona designada a ser la cuenca oriental —cuyas aguas están reservadas para el futuro uso del canal— se les ha informado que pronto tendrán que mudarse.
Eso es vilmente engañoso.
La cuenca de hoy recibe más que suficiente agua de las lluvias para abastecer a esta ampliación y tiene la capacidad de almacenamiento necesaria para manejar la demanda del canal ampliado al curso del año si se hacen los ajustes pertinentes. Esto fue comprobado cuando se les hicieron ajustes a las esclusas seleccionadas para reducir lo que usarían y se hicieron planes para ampliar la fluctuación del nivel del Lago Gatún lo cual aumenta su volumen de agua útil.
Hechos los ajustes —y antes del plebiscito— se le informó al pueblo panameño que ya no habría que incorporarle la cuenca oriental al proyecto actual. Hasta fue aprobada una ley en contra de los embalses.
De esa forma fueron abordadas las preocupaciones de los moradores y de allí se procedió al voto que aprobó el proyecto.
Ahora pareciera que se pretende ir en contra de lo acordado.
Denuncio como falso que la mejor opción para esta ampliación es la de incorporarle la cuenca oriental al sistema.
Un sistema apropiado no sólo no necesitaría esa agua, pero sería más barato y rendiría más servicio.
Hay que preguntar, ¿porqué se insiste en incorporar la cuenca oriental en esta vuelta y quién será el más beneficiado?
Como se mostró con los ajustes que se hicieron para apaciguar a los campesinos y para influir en la opinión publica, definitivamente hay cómo resolver el presunto dilema del agua.
Se hace armando arreglos de esclusas más eficientes y optimizando el manejo de ambos sistemas de esclusas —el nuevo y el original— para optimizar el uso del agua, como lo han determinado los estudios independientes.
Así se evitaría el permanente y descarado despilfarro del más valioso recurso hídrico del país y la cuenca oriental se conservaría para un futuro crecimiento.
Al referéndum del 2006, lo denuncio por no haber sido democrático.
Cuando todo el peso de un gobierno se usa para obtener el resultado que desean los gobernantes, ese proceso deja de serlo.
A los foros que se hicieron previos al referéndum, los denuncio como no-imparciales.
Esos foros se veían manipulados para evadir discusiones serias sobre puntos técnicos de la obra, las cuales pudiesen haber cambiado el resultado del voto. Hay que cuestionar ¿de quiénes eran los intereses por cuales velaban los panelistas?
Al parecer, la meta era la de avanzar el proyecto a la etapa de construcción lo antes posible y no era conveniente para los interesados que se cuestionara el sistema de esclusas, ni que saliera a la luz que habían más y mejores opciones a considerar, como lo demuestran los estudios independientes.
Denuncio la selección actual de esclusas por las consecuencias graves que se enfrentarán si se llega a concluir la obra tal y como está planificada. Estas incluyen hasta la posible pérdida total del Canal de Panamá en el futuro debido a los riesgos permanentes que se le imponen. Todavía es posible evitarlos porque aún la construcción de las esclusas no ha comenzado; o sea, aún no se ha concretado la obra.
En base a lo antedicho, rechazo rotundamente que sea “muy tarde” reemplazar la selección de esclusas, como nos quieren hacer creer los que están lucrando de este gran negociado.
Es totalmente falso decir que ya “no es posible”—o que “no vale la pena”— hacer mejoras.
En su totalidad, el proyecto acabará costando menos si se recapacita, se investigan las opciones, y se escoge un mejor sistema. Es así, porque será insignificante el costo del cambio comparado a lo que se ahorrará en costos reducidos de construcción y de mantenimiento, más lo que se ganará de los tránsitos adicionales que la primera etapa del proyecto ofrecerá.
Encima de las ganancias que se obtendrían en la primera etapa, hay que sumarle la reducción al costo de la segunda etapa de la ampliación, ya que en estos momentos esa promete ser una copia de la primera. También hay que tomar en cuenta que —al hacerse una segunda etapa mejorada— la capacidad de tránsitos del canal aumentará aún más.
Por último, también hay que tomar en cuenta que, si se escoge un arreglo más beneficioso, la segunda etapa no tiene que hacerse tan pronto como se calcula ahora.
Estas denuncias se concentran específicamente en el sistema de esclusas escogido para el proyecto, cuya construcción no ha empezado.
Los trabajos que ya están en marcha —para ampliar los cauces de navegación existentes y para excavar nuevos— no se verán afectados, ni se perderán al cambiar el diseño del sistema de esclusas.
Lo que sí hay que cambiar, y se denuncia aquí, es el plan de ampliar la cuenca hidrográfica del canal hacia el noroeste en base a la selección fraudulenta del sistema de esclusas con tinas. El uso de este sistema de esclusas altamente ineficiente no atiende los intereses del pueblo panameño, quienes son los dueños legítimos del canal y del área canalera.
También, denuncio el costo de lo planificado por ser demasiado alto en relación al servicio que brindará y porque malgastará el agua del canal.
Además, denuncio lo planificado por imponerle riesgos inaceptables al canal y a sus clientes —riesgos que pueden ser evitados— y por los daños innecesarios e irreversibles al ambiente que ocurrirán cuando el sistema nuevo entre en operación.
Proceder con la ampliación de la cuenca sin la debida evaluación de las alternativas que existen para el sistema de esclusas es cometer un fraude en contra de todos los panameños y, en particular, en contra de los campesinos que residen en las áreas que se pretenden anexar a la cuenca del canal.
De la misma forma, proceder con la construcción de las esclusas seleccionadas —sin haber hecho las comparaciones— sería llevar a cabo un engaño diseñado para defraudar al mundo, al igual que a la nación.
El plan actual de la ampliación del Canal de Panamá aparenta tener como objetivos: 1) maximizar la construcción en materia de excavaciones y de estructuras, y 2) asegurar que sean integradas las reservas hídricas adicionales lo antes posible.
No pareciera ser parte del plan el maximizar el potencial de ingresos del sistema canalero, pero sí pareciera ser parte del mismo el maximizar los ingresos de los involucrados en los trabajos formando parte del proyecto.
Además, pese a las actividades que se usan para transmitirle al pueblo que la protección del ambiente y el bien que representa sí importa, los hechos sugieren que minimizar los daños al ambiente no figura realmente en lo planificado.
En adición a todo lo antedicho, y lo cual da sustento a esta denuncia, se le puede sumar el apuro que se ha visto en Panamá de sacarle provecho a todos los recursos naturales del país de un tiro —algo que jamás se haría en países de primer mundo por lo desastroso que es hacer eso. A ningún pueblo le conviene convertir a todos sus recursos en dinero, sin reservar algo para el futuro, al igual que tampoco es lógico comprometer casi el doble de la cantidad del agua dulce que realmente se necesita utilizar.
El dinero puede perder su valor de la noche a la mañana, los recursos no. Por el bien del pueblo es imprescindible que la explotación de todo recurso se haga de forma racional y que se planifique con luces largas.
En el caso del agua, ciertamente su poder se pierde si llega al mar sin aprovecharse. Pero, no es lógico crear un sistema que acaba no usándolo eficientemente. Esto equivale a echarlo a perder para siempre.
Lo más prudente y del mayor beneficio al negocio del canal sería armar el mejor sistema de esclusas en base a los conocimientos de este siglo. En adición a aumentar dramáticamente el rendimiento de la inversión, tal cambio permitirá que se estudie debidamente el potencial de los recursos hídricos del canal para sacarles el mayor beneficio posible en el futuro. Si se incorpora la cuenca oriental a la brava como ahora se pretende, Panamá perderá en grande.
Con todas las canalladas que Panamá está sufriendo en estos momentos, no debiera sorprenderle a nadie que en la ampliación del canal también puedan haber jugadas indebidas. No podemos permitir, a brazos cruzados, la degradación de este activo nacional incorporándole un sistema de esclusas ineficiente y peligroso —que severamente malgastará el agua al transitar relativamente pocos buques y que creará riesgos graves e innecesarios— simplemente para que ciertos puedan maximizar lo que les cae al bolsillo durante la obra sin importarles en qué estado quedará para las futuras generaciones.
Como ultimo, exijo por parte del pueblo —y en particular de parte de los mas afectados— una revisión independiente e imparcial del proyecto de ampliación del Canal de Panamá —con la plena y libre participación de ingenieros y expertos panameños y extranjeros incluyendo a los miembros de la Sociedad Panameña de Ingenieros y Arquitectos y a otros grupos técnicos y académicos— para que la ampliación produzca un sistema canalero que beneficie a todos los panameños, sin los riesgos permanentes e innecesarios que creará el proyecto actual y sin producir sufrimiento innecesario a la población, ni daños inaceptables al ambiente.
Con ajustes al rumbo que se sigue hoy, la joya que fue Panamá el siglo pasado podrá volver a brillar.
El documento a continuación detalla cómo mejorar la ampliación del Canal de Panamá --que también se desarrolló con un apuro injustificable-- y cómo se puede lograr un rendimiento muy mayor, sin malgastar ni arriesgar nuestra agua dulce, fuente de vida del país.
El Ing. Bert G. Shelton, investigador científico panameño, especialista en el diseño y la construcción de estructuras masivas, experto en las técnicas para alzar y bajar buques y en el manejo eficiente de recursos, y el Ing. Bert J. Shelton Vásquez (QEPD) -fundador del Instituto de GeoCiencias de Panamá y profesor titular de la Universidad de Panamá –establecieron un equipo independiente de investigación desde que se anunció este importante proyecto y cuya labor ha continuado a pesar del triste fallecimiento del Prof.Shelton. Los resultados de estos estudios han despertado el interés de expertos en varios paises en donde han sido presentados y de quienes he personalmente, como economista e investigadora, recibido asesoramientos que me convencen de la urgencia del tema.
En Panamá estamos sufriendo terribles consecuencias causadas por desenfrenadas “inversiones”, la falta de infraestructura, trastornos de salud debido a la severa contaminación ambiental y el descontrol en actividades como la minería y las hidroeléctricas irresponsables. Usando los conocimientos que tenemos hoy y actuando con inteligencia, no hay que continuar por este camino equivocado. Dado lo que vemos hoy en el golfo y por todo lo antedicho, una ampliación visionaria y verdaderamente rentable con muchos menos riesgos es lo que el Canal de Panamá merece y nosotros también. Urge hacer una revisión independiente e imparcial de este proyecto de infraestructura mundial que no sólo afectará a Panamá, pero a nuestros paises hermanos y al resto del mundo de forma irreversible.
Magister Leila R. Shelton-Louhi
Comité ProDefensa del Lago Gatún
www.crucestrail.com
Denunciando la Ampliación del Canal de Panamá
Ing. Bert G. Shelton, 15 de mayo de 2010
El Canal de Panamá ciertamente es un buen negocio. Esto ha quedado muy claro al ver cuánto dinero se ha hecho desde que fue transferido a las manos de La Autoridad del Canal de Panamá (ACP).
La ACP fue formada para manejar el negocio del canal para Panamá y para velar por los intereses de este país. Es su responsabilidad mantenerlo, mejorarlo y hacerlo crecer, en adición a proveerle el paso —de un océano al otro— a los buques de sus clientes.
Bajo el manejo de la ACP el canal ha sido razonablemente mantenido, se le han hecho varias mejoras necesarias. Ahora lo están ampliando; o sea, están haciéndolo crecer.
Eso dicho, pareciera que todo va muy bien, pero no es así.
Al investigar los detalles técnicos del sistema de esclusas y su operación, pareciera que el plan de ampliación no vela por los intereses del país, ni de la mayoría del mundo de transporte marítimo.
Este proyecto —el cual sufre del mal uso del poder y cuyo manejo nunca se ha visto como transparente— producirá una mal llamada “mejora” que seriamente malgastará el recurso hídrico más valioso del país en perpetuidad. Impedirá —para siempre— que el canal alcance su máximo potencial en términos de su prestación de servicios y de la generación de ingresos.
Ese malgasto y esas pérdidas tienen todo que ver con el sistema de esclusas escogido, el cual se anunció casado al plan de ampliación sin haberse cumplido el debido proceso de selección.
En cualquiera obra de ingeniería —y en especial una obra pública de esta magnitud— cuando hay múltiples opciones, la selección del sistema clave del proyecto (o los sistemas claves, si es que hay varios) conlleva un proceso en donde se identifican y se comparan los méritos y las desventajas de las opciones.
Al país se le declaró que el sistema de esclusas con tinas era la única posible opción —y por ende, la mejor— para el proyecto, lo cual es rotundamente falso.
Hay múltiples opciones. Hasta hay un ejemplar en el mismo Canal de Panamá que sería mejor. Es más, la opción más práctica tendría capacidad para 60% a 70% más tránsitos diarios con el mismo desgaste total de agua, y no costaría más.
Como el Canal de Panamá es propiedad del pueblo panameño, invoco el derecho del público a conocer los detalles de los estudios y de las evaluaciones que culminaron con la selección del sistema de esclusas con tinas para el proyecto de ampliación del Canal de Panamá que tendrá tan amplias repercusiones y afectará no sólo el futuro económico del país, pero al del comercio mundial.
Esta denuncia se fundamenta en los siguientes puntos:
* Representación engañosa de los méritos del proyecto en su forma actual
* Selección de un sistema de esclusas sin haberse cumplido el debido proceso técnico
* Despilfarro severo de valiosos recursos hídricos nacionales
* Creación de riesgos innecesarios amenazando a la población y la futura operación de la vía
Considerando que hay cuatro técnicas con las cuales se puede reducir la cantidad de agua que se desgasta al alzar o bajar buques que transitan sistemas de esclusas, y dado a que el sistema de esclusas seleccionado sólo utiliza dos de estas técnicas, denuncio como injustificable el representarle al pueblo panameño que el sistema de esclusas seleccionado es el único factible para este proyecto.
Cabe anotar que el sistema de esclusas del canal de hoy contiene tres de las técnicas para ahorrar agua. En su totalidad el sistema actual puede ahorrar el 50% del agua, y parte puede ahorrar el 75%.
Evaluando el consumo real del sistema propuesto, su ahorro es inferior al 60% que se publica (más cerca al 55%), pero —antes de poder escoger el sistema más apropiado— hay otros factores que se deben evaluar y comparar en adición a cuánta agua usa.
Algo muy importante que se establece en base a la disponibilidad del agua es el tamaño de las cámaras. Con el sistema escogido, cámaras más grandes no se pudieron contemplar porque no habría suficiente agua para aprovecharlas bien y justificar la inversión.
Esta selección ha limitado considerablemente el potencial del canal en términos del tamaño máximo de los buques que lo podrán transitar. También limita el tamaño de los buques en tránsitos donde agrupan más de un buque en la cámara. Mucho negocio futuro se perderá.
Denuncio —por ser totalmente inaceptable e irresponsable— la falta de comparaciones entre el sistema escogido y sistemas basados en las esclusas del propio Canal de Panamá que al mínimo debieron haber sido evaluados. Previo a la selección, existían mejores combinaciones de técnicas de ahorro las cuales pareciera que no fueron consideradas.
Exijo que se le muestre al pueblo las comparaciones.
Estudios independientes confirman que hay arreglos de esclusas con aún otras combinaciones de las técnicas para reducir la cantidad de agua desgastada por tránsito —el más práctico de los cuales permitiendo por lo menos dos tercios más tránsitos diarios como se anotó previamente. (Hay que destacar que ninguno usa componentes desconocidos o inusuales.)
Pregunto, ¿cuál es el beneficio al negocio del transporte naviero y al negocio canalero que se gaste tanto dinero en esclusas que sólo rendirán alrededor de la mitad del servicio que rendiría una ampliación que utiliza el mejor de los sistemas de esclusas disponibles hoy?
Es más, ¿cuál es el beneficio de tener un sistema que —por su exceso de tinas— promete requerir más mantenimiento en relación al número de buques que servirá comparado al menor mantenimiento requerido por sistemas más prácticos y más confiables?
Con mejores esclusas nuevas —y con ajustes prudentes al manejo de las de hoy— no existe la necesidad de ampliar la cuenca actual, ni de forzar el desalojo innecesario de cientos de familias panameñas. Ya se escucha que a los moradores de la zona designada a ser la cuenca oriental —cuyas aguas están reservadas para el futuro uso del canal— se les ha informado que pronto tendrán que mudarse.
Eso es vilmente engañoso.
La cuenca de hoy recibe más que suficiente agua de las lluvias para abastecer a esta ampliación y tiene la capacidad de almacenamiento necesaria para manejar la demanda del canal ampliado al curso del año si se hacen los ajustes pertinentes. Esto fue comprobado cuando se les hicieron ajustes a las esclusas seleccionadas para reducir lo que usarían y se hicieron planes para ampliar la fluctuación del nivel del Lago Gatún lo cual aumenta su volumen de agua útil.
Hechos los ajustes —y antes del plebiscito— se le informó al pueblo panameño que ya no habría que incorporarle la cuenca oriental al proyecto actual. Hasta fue aprobada una ley en contra de los embalses.
De esa forma fueron abordadas las preocupaciones de los moradores y de allí se procedió al voto que aprobó el proyecto.
Ahora pareciera que se pretende ir en contra de lo acordado.
Denuncio como falso que la mejor opción para esta ampliación es la de incorporarle la cuenca oriental al sistema.
Un sistema apropiado no sólo no necesitaría esa agua, pero sería más barato y rendiría más servicio.
Hay que preguntar, ¿porqué se insiste en incorporar la cuenca oriental en esta vuelta y quién será el más beneficiado?
Como se mostró con los ajustes que se hicieron para apaciguar a los campesinos y para influir en la opinión publica, definitivamente hay cómo resolver el presunto dilema del agua.
Se hace armando arreglos de esclusas más eficientes y optimizando el manejo de ambos sistemas de esclusas —el nuevo y el original— para optimizar el uso del agua, como lo han determinado los estudios independientes.
Así se evitaría el permanente y descarado despilfarro del más valioso recurso hídrico del país y la cuenca oriental se conservaría para un futuro crecimiento.
Al referéndum del 2006, lo denuncio por no haber sido democrático.
Cuando todo el peso de un gobierno se usa para obtener el resultado que desean los gobernantes, ese proceso deja de serlo.
A los foros que se hicieron previos al referéndum, los denuncio como no-imparciales.
Esos foros se veían manipulados para evadir discusiones serias sobre puntos técnicos de la obra, las cuales pudiesen haber cambiado el resultado del voto. Hay que cuestionar ¿de quiénes eran los intereses por cuales velaban los panelistas?
Al parecer, la meta era la de avanzar el proyecto a la etapa de construcción lo antes posible y no era conveniente para los interesados que se cuestionara el sistema de esclusas, ni que saliera a la luz que habían más y mejores opciones a considerar, como lo demuestran los estudios independientes.
Denuncio la selección actual de esclusas por las consecuencias graves que se enfrentarán si se llega a concluir la obra tal y como está planificada. Estas incluyen hasta la posible pérdida total del Canal de Panamá en el futuro debido a los riesgos permanentes que se le imponen. Todavía es posible evitarlos porque aún la construcción de las esclusas no ha comenzado; o sea, aún no se ha concretado la obra.
En base a lo antedicho, rechazo rotundamente que sea “muy tarde” reemplazar la selección de esclusas, como nos quieren hacer creer los que están lucrando de este gran negociado.
Es totalmente falso decir que ya “no es posible”—o que “no vale la pena”— hacer mejoras.
En su totalidad, el proyecto acabará costando menos si se recapacita, se investigan las opciones, y se escoge un mejor sistema. Es así, porque será insignificante el costo del cambio comparado a lo que se ahorrará en costos reducidos de construcción y de mantenimiento, más lo que se ganará de los tránsitos adicionales que la primera etapa del proyecto ofrecerá.
Encima de las ganancias que se obtendrían en la primera etapa, hay que sumarle la reducción al costo de la segunda etapa de la ampliación, ya que en estos momentos esa promete ser una copia de la primera. También hay que tomar en cuenta que —al hacerse una segunda etapa mejorada— la capacidad de tránsitos del canal aumentará aún más.
Por último, también hay que tomar en cuenta que, si se escoge un arreglo más beneficioso, la segunda etapa no tiene que hacerse tan pronto como se calcula ahora.
Estas denuncias se concentran específicamente en el sistema de esclusas escogido para el proyecto, cuya construcción no ha empezado.
Los trabajos que ya están en marcha —para ampliar los cauces de navegación existentes y para excavar nuevos— no se verán afectados, ni se perderán al cambiar el diseño del sistema de esclusas.
Lo que sí hay que cambiar, y se denuncia aquí, es el plan de ampliar la cuenca hidrográfica del canal hacia el noroeste en base a la selección fraudulenta del sistema de esclusas con tinas. El uso de este sistema de esclusas altamente ineficiente no atiende los intereses del pueblo panameño, quienes son los dueños legítimos del canal y del área canalera.
También, denuncio el costo de lo planificado por ser demasiado alto en relación al servicio que brindará y porque malgastará el agua del canal.
Además, denuncio lo planificado por imponerle riesgos inaceptables al canal y a sus clientes —riesgos que pueden ser evitados— y por los daños innecesarios e irreversibles al ambiente que ocurrirán cuando el sistema nuevo entre en operación.
Proceder con la ampliación de la cuenca sin la debida evaluación de las alternativas que existen para el sistema de esclusas es cometer un fraude en contra de todos los panameños y, en particular, en contra de los campesinos que residen en las áreas que se pretenden anexar a la cuenca del canal.
De la misma forma, proceder con la construcción de las esclusas seleccionadas —sin haber hecho las comparaciones— sería llevar a cabo un engaño diseñado para defraudar al mundo, al igual que a la nación.
El plan actual de la ampliación del Canal de Panamá aparenta tener como objetivos: 1) maximizar la construcción en materia de excavaciones y de estructuras, y 2) asegurar que sean integradas las reservas hídricas adicionales lo antes posible.
No pareciera ser parte del plan el maximizar el potencial de ingresos del sistema canalero, pero sí pareciera ser parte del mismo el maximizar los ingresos de los involucrados en los trabajos formando parte del proyecto.
Además, pese a las actividades que se usan para transmitirle al pueblo que la protección del ambiente y el bien que representa sí importa, los hechos sugieren que minimizar los daños al ambiente no figura realmente en lo planificado.
En adición a todo lo antedicho, y lo cual da sustento a esta denuncia, se le puede sumar el apuro que se ha visto en Panamá de sacarle provecho a todos los recursos naturales del país de un tiro —algo que jamás se haría en países de primer mundo por lo desastroso que es hacer eso. A ningún pueblo le conviene convertir a todos sus recursos en dinero, sin reservar algo para el futuro, al igual que tampoco es lógico comprometer casi el doble de la cantidad del agua dulce que realmente se necesita utilizar.
El dinero puede perder su valor de la noche a la mañana, los recursos no. Por el bien del pueblo es imprescindible que la explotación de todo recurso se haga de forma racional y que se planifique con luces largas.
En el caso del agua, ciertamente su poder se pierde si llega al mar sin aprovecharse. Pero, no es lógico crear un sistema que acaba no usándolo eficientemente. Esto equivale a echarlo a perder para siempre.
Lo más prudente y del mayor beneficio al negocio del canal sería armar el mejor sistema de esclusas en base a los conocimientos de este siglo. En adición a aumentar dramáticamente el rendimiento de la inversión, tal cambio permitirá que se estudie debidamente el potencial de los recursos hídricos del canal para sacarles el mayor beneficio posible en el futuro. Si se incorpora la cuenca oriental a la brava como ahora se pretende, Panamá perderá en grande.
Con todas las canalladas que Panamá está sufriendo en estos momentos, no debiera sorprenderle a nadie que en la ampliación del canal también puedan haber jugadas indebidas. No podemos permitir, a brazos cruzados, la degradación de este activo nacional incorporándole un sistema de esclusas ineficiente y peligroso —que severamente malgastará el agua al transitar relativamente pocos buques y que creará riesgos graves e innecesarios— simplemente para que ciertos puedan maximizar lo que les cae al bolsillo durante la obra sin importarles en qué estado quedará para las futuras generaciones.
Como ultimo, exijo por parte del pueblo —y en particular de parte de los mas afectados— una revisión independiente e imparcial del proyecto de ampliación del Canal de Panamá —con la plena y libre participación de ingenieros y expertos panameños y extranjeros incluyendo a los miembros de la Sociedad Panameña de Ingenieros y Arquitectos y a otros grupos técnicos y académicos— para que la ampliación produzca un sistema canalero que beneficie a todos los panameños, sin los riesgos permanentes e innecesarios que creará el proyecto actual y sin producir sufrimiento innecesario a la población, ni daños inaceptables al ambiente.
Con ajustes al rumbo que se sigue hoy, la joya que fue Panamá el siglo pasado podrá volver a brillar.
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